Herramientas Web, poder ¿y diseño?

  Aunque sabemos «de donde proviene esta información» (página, follower, amigo, etc.), ¿nos detenemos a analizar realmente cómo se está generando y cuáles son las implicaciones del simple hecho de «recibir un simple mensaje»? Pues no, aunque creamos que sí. Muchos entendemos el concepto de la «Web 2.0», sus alcances y cómo la estamos aprovechando: información democratizada y al alcance de muchos. Información creada por personas comunes y corrientes, sin conocimientos informáticos y sin saber que es la Web 2.0. Y aunque estamos bajo este «sistema» todo el día, no pensamos en él constantemente, nos acordamos de él cuando leemos algún artículo, tenemos que escribir algo o explicárselo a alguien. Como en muchos casos, lo sabemos, pero no pensamos en él.

 

  El contenido generado por el usuario es leído por varios otros, por distintas razones. Los «usuarios comunes» no están interesados en hablar y debatir sobre la web 2.0, 2.5 y 3.0 como nosotros. Mientras nosotros debatimos ellos utilizan lo que hay, lo exploran y explotan como mejor creen, y para lo que creen que es. La idea de crear herramientas que sean fáciles de usar por cualquier persona ha ayudado a una democratización de la información con gran impacto en la sociedad, en un increíblemente corto lapso de tiempo. Por ejemplo: que ahora un niño de 8 años de una escuela pública tenga el mismo acceso a la astronomía que uno de un colegio privado; o algo más concreto como lo que pasa en Medio Oriente con las protestas; lo que pasó en Chile, Haití y Japón con los terremotos; las diferentes organizaciones que se forman por todo el mundo a través de internet y que se dan a conocer sin importar qué tan grande o pequeña sea la causa. Produce tanto miedo la forma como se distribuye la información que incluso los políticos piensan en cerrar las redes sociales e internet para evitar revueltas, como el caso de Inglaterra, o lo que ocurrió en Libia, donde se cortó durante varios meses internet en todo el país.

 

  La gente ha sabido utilizar lo que se le ha dado y lo ha aprovechado. Dentro de todo este contexto ¿Cómo los diseñadores afrontarán lo que viene y lo que está? ¿Se potenciará a la gente, o habrá que «callar» a estos nuevos creadores de información? ¿Deberíamos realmente escoger un bando? Siempre podemos trabajar para «el mejor postor», como también podemos trabajar por lo que creemos y en lo que creemos.

 

  Wordpress, Facebook, Twitter, Blogspot, LinkedIn, Tumblr, Flickr, Google Docs, Maps, Earth, y ¡cuánto más se puede seguir nombrando! Son simplemente plataformas y herramientas que usa la gente para hacerse valer, informarse, compartir y comunicarse. Más allá es donde debería apuntar el diseño: el poder darle el poder a la gente, el poder democratizar la información y el conocimiento, el poder congregar, el poder comunicar, el poder romper las barreras no solo físicas y culturales, sino también las clasistas y discriminatorias.

 

  En muchas partes se debate qué y cómo será de la Web 3.0, cuáles serán los alcances que esta tendrá y cómo aprovecharla para después poder hacer y potenciar negocios. Tal vez debamos pensar más allá de cómo podremos utilizar nuestros conocimientos y descubrimientos en las empresas, y focalizarnos en cómo ayudar a mejorar en parte el mundo en que vivimos. Internet no conoce barreras físicas, e incluso ahora podríamos decir que esta desconociendo las culturales.

 

  Los diseñadores deberán ser capaces de entender este contenido, entender a quienes lo producen, quienes lo leen y cuál es su objetivo. Deben ser los profesionales que creen las plataformas y herramientas para los contenidos que nazcan y se difundan a gran velocidad.

 

  Donald A. Norman dice: «podemos estar seguros de una categoría que casi siempre es garantía de éxito: la interacción social».